Tenés todo listo. Planificaste hace meses este viaje, el viaje de tus sueños… Pasaste horas mirando Google Maps, investigando recorridos, organizando excursiones y chequeando precios de pasajes y hoteles.
Sabés cada detalle del destino, leíste todas las notas de Visiting Argentina acerca del lugar que vas a conocer, estás sumamente informado… La valija, a punto de explotar, te recuerda que en unas horas estarás allí, disfrutando de la naturaleza o maravillándote frente a esculturales edificaciones.
Sin stress, sin preocupaciones…
Pero, de pronto, de la nada, se te ocurre que tu casa queda sola, que los peces van a necesitar alimento, que la correspondencia, en su mayoría facturas a pagar, se acumulará en tu puerta y que todo el mundo, empezando por Doña Marta, del octavo C, se dará cuenta de tu ausencia y de la soledad de tu casa.
Si vivís en un edificio de propiedad horizontal, sabés de qué te hablo… Y sabés que en esos momentos la persona que te puede dar una mano es Ramón, el encargado del edificio… Ese señor que sabe todo lo que pasa, que está atento a cada cara nueva que se asoma en el palier, el que conoce todos los problemas de cada uno de los habitantes de “la casa” como le gusta llamar al edificio.
Y ahí aparece Ramón, que no tiene inconvenientes en juntar la correspondencia y dártela a tu regreso, al que le das la llave de tu casa por si hay algún problema de agua/luz/gas y de paso da de comer a los peces y riega las plantas.
Y si, el que sabe que le traerás un souvenir de ese destino tan añorado que lucirá junto a todos los demás que le trajiste de viajes anteriores, vos y tus vecinos…
¡Feliz día del encargado!
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