El caballo es el fiel amigo del hombre de campo, protagonista de la Independencia Argentina, acompañante de su jinete en un deporte tan emblemático como el polo.
Compañero también de los pueblos originarios, quienes establecieron con sus caballos una relación casi simbiótica.
El Día del caballo celebra “la presencia y relevancia del mismo en la organización histórica, económica y deportiva de la República Argentina”.
La fecha remite al arribo del suizo Aimé Félix Tschiffely a Nueva York, luego de un trayecto que duró desde abril de 1925 a septiembre de 1928, montando dos caballos criollos, Gato y Mancha. Este intrépido profesor, que se afincó en Argentina a principios del siglo pasado, decidió hacer la ruta desde Buenos Aires a Nueva York a caballo, por lo cual presentó su proyecto al Dr Emilio Solanet, criador de caballos criollos, quien le regala estos valientes y fieles caballos, acostumbrados a condiciones hostiles por haber sido criados en la Patagonia.
El 23 de abril de 1925 emprenden la marcha desde la Sociedad Rural, en Buenos Aires, con tramos de caminos muy inhóspitos y difíciles. El coraje de estos caballos criollos hizo posible el arribo a Nueva York, tres años después.
Hoy, sus restos descansan en la estancia “El Cardal”, junto a Tschiffely, con la hazaña realizada y el engrandecimiento del caballo criollo a nivel mundial.
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