Emoción y añoranza de unos cuantos, se llevará a cabo la prueba de la primera formación “La Brugeoise” restaurada para brindar un servicio puramente histórico, de carácter turístico.
En el transcurso del mes de marzo, comenzarán las pruebas pertinentes, las cuales posibilitarán realizar los ajustes necesarios para que este recorrido pueda realizarse definitivamente a mediados de este año.
Estas primeras pruebas de circulación de la línea A, estará lista para brindar un servicio turístico durante los fines de semana, o fuera del horario comercial habitual de las líneas de subte.
Los coches, algunos originales de la marca belga y otros, réplica de éstos, construidos en el taller Polvorín en el año 1944. La restauración fue una tarea muy detallista, en la que se reemplazaron piezas desgastadas en las carrocerías de madera, se removió la vieja pintura que cubría las molduras y se aplicaron tratamientos específicos anti hongos.
El exterior replica exactamente el original, siendo también renovado el sistema eléctrico, acondicionado para circular con 1500 voltios, que se utilizan desde el año 2013.
Estos coches, restaurados y puestos a punto, estuvieron en funcionamiento hasta dicho año, luego de 99 años de servicio sin interrupciones, por lo que en ese momento fueron los coches más antiguos en actividad, al quedar inactivos pasaron primero por un obrador de la Línea H y luego por el taller Mariano Acosta del Premetro.
Los detalles de época, que son los que le dan identidad a estos coches, fueron recuperados casi en su totalidad, por tal motivo en sus recorridos históricos, los pasajeros disfrutarán de los pasamanos cromados de las puertas, los capiteles dorados y otros detalles que nos transportarán a los años ´30 y ´40 del Buenos Aires de antes. La dirección de la restauración de los vagones estuvo a cargo de la arquitecta María Elena Mazzantini, quien asimismo contó con la colaboración de la Asociación Amigos del Tranvía.
Un gran mérito en cuanto a esta puesta en valor de estas históricas unidades se debe a particulares y a legisladores porteños que, mediante recursos de amparo, lograron el resguardo y protección de las piezas hasta que se sancionó la Ley 4886, en la que se incorpora a estos vagones al patrimonio histórico de la Ciudad.
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