Nuestra Argentina está habitada por numerosos héroes anónimos, aquellos que se desempeñan en una profesión u oficio, pero que aportan a sus vecinos y semejantes bienestar y calidad de vida, sin miramientos y sin límites.
Así es la historia de Javier Fernández Olaechea, médico de Rafael Obligado, un pequeño pueblo del noreste de la provincia de Buenos Aires.
El Dr. Olaechea se recibió a principios de la década del ´80, en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata, para luego buscar un lugar en el cual instalarse a prestar sus servicios, que fuera tranquilo y se durmiera la siesta. El elegido fue este pueblo, en el que el Doctor está de guardia desde hace 34 años, pendiente de las necesidades de la gente del pueblo y sus alrededores.
Todos lo conocen y él conoce a todos, saben dónde pueden encontrarlo, sea en la salita, en su casa o por teléfono, el Dr. Olaechea siempre está disponible. Atiende casi 50 pacientes por día y su día no tiene descanso, salvo para recreos merecidos como descansar, salir a andar en bicicleta por el pueblo o ir a ver a su caballo, con el entorno de la tranquilidad de Rafael Obligado, esta localidad perteneciente al partido de Rojas, que cuenta con un total de 800 habitantes, de los cuales, cuatro generaciones han sido pacientes de Olaechea.
A sus 65 años, este médico recibido en La Plata, nacido en Cuenca, España, que arribó a la Argentina a los 9 años con sus padres, vive con su esposa y tiene cuatro hijos, que estudian en Rosario.
Sus recuerdos son infinitos y considera a sus pacientes, sus amigos, con los que se encuentra por la calle, come asados y saben que cuentan con él a cualquier hora, que las emergencias se atienden sí o sí, que ayuda a resolver los problemas.
Durante 20 años se trasladaba a las estancias para atender a la gente de campo, la ambulancia modelo ´83 se metía en los caminos de tierra hasta llegar a las estancias, desafiando tormentas y ruedas empantanadas. El maletín, estetoscopio, tensiómetro y un poco de medicación eran los instrumentos con los que había que curar en esa época, además del avezado ojo clínico del Doctor.
Y, si bien en la actualidad sus pacientes tienen médicos especialistas en las ciudades cercanas, Junín o Rojas, la opinión del Doctor Olaechea es fundamental y siempre será tenida en cuenta.
Los médicos rurales son una especie en extinción, en parte debido a que ahora es más fácil movilizarse, las rutas y caminos son más amigables, pero esta figura del Dr. que contiene y escucha en una pequeña localidad es invalorable.
Desde aquí nuestro reconocimiento al Dr. Javier Fernández Olaechea, dedicado médico rural, otro héroe anónimo de Argentina.
Fotos: Lucía Merle para Clarín
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