Hoy hablamos de lugares fuera del circuito turístico porteño. Si hay algo que define a Buenos Aires, es su capacidad para reinventarse en sus barios sin perder su esencia. Y ningún barrio ejemplifica esto mejor que La Paternal, una «joshitaaa» escondida que está emergiendo como un barrio gastronómico, donde la autenticidad de barrio se mezcla con propuestas de morgi innovadores.
Al caminar por Paternal, uno se encuentra con lugares como Matteo, un espacio que desde 1997 ha mantenido su compromiso con la excelencia culinaria. Su especialidad, los rolls veganos y la cerveza artesanal de la casa, nos invitan a redescubrir el placer de lo sencillo y bien hecho.
Otro imprescindible es Viejo Mundo, en la Avenida Warnes. Aquí, cada plato es una celebración de sabores clásicos con un toque moderno, un lugar perfecto para una noche de conversación y buena comida.
Para los amantes de las pastas, Tita la vedette es un paraíso. Con su enfoque en pastas 100% caseras y la posibilidad de crear tus propias combinaciones, Tita ha llevado el concepto de comfort food a un nuevo nivel. El ambiente acogedor y la calidez del personal hacen que uno se sienta como en casa.
Y si hablamos de sentirse como en casa, no podemos dejar de mencionar El Patio de Mabel. Este rincón encantador es famoso por sus asados familiares en el jardín trasero. La experiencia es tan cercana y acogedora que te hace recordar esos domingos de asado en familia, un lugar donde cada visita se convierte en un encuentro memorable.
En Paternal, cada restaurante y café tiene una historia única, un pedazo de historia del barrio que se refleja en su menú y en su atmósfera. Bilbo Café, por ejemplo, con su ambiente inspirado en los años 50, nos transporta a una época de elegancia y simplicidad, mientras disfrutamos de un buen café y una selección de pastelería artesanal.
El recorrido por Paternal no estaría completo sin una visita a Casa Tinta, un espacio que ha sabido combinar el arte y la gastronomía de manera magistral. Aquí, cada plato es una obra de arte, y cada rincón del lugar está impregnado de creatividad y buen gusto.
Finalmente, una parada en Santa Inés es obligatoria. Este lugar no solo ofrece delicias gastronómicas, sino que también honra la tradición del barrio con su ambiente cálido y su atención esmerada. Cada plato es una celebración de la cocina argentina, desde las empanadas hasta los pasteles rellenos de pollo y queso.
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