Será restaurado un lugar emblemático de Buenos Aires: Recuperarán la Confitería del Molino

Turismo Argentina
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Fue un hito en la historia de Buenos Aires y no hay porteño de antes que no la recuerde, su porte, que llamaba la atención por su cúpula y el lujo de su construcción, sigue en pie. Finalmente, luego de estar cerrada desde 1997 la Confitería del Molino será restaurada.

Fue inaugurada en 1916, justamente para el centenario de la independencia argentina, y emplazada en un lugar clave; Frente al Congreso de la Nación. Sus paredes fueron durante décadas, testigos mudos de charlas políticas, encuentro de artistas e historia argentina. Por sus mesas pasaron Lisandro de la Torre, Eva Perón, Alfredo Palacios, Carlos Gardel, Libertad Lamarque, Niní Marshall, entre tantas otras personalidades que elegían ese lugar para tomar un cognac, o un café, o, como se acostumbraba en la época, degustar el té con masitas secas, toda una tradición que hizo de este lugar, un ícono.

Quienes hayan querido admirar su antigua fachada últimamente, no han podido hacerlo, ya que, debido al riesgo de derrumbe de mampostería, en el año 2015 el edificio fue cubierto con una malla. Sin embargo, su construcción, emblema del Art Noveau en Buenos Aires, resistió, esperando el momento en reconvertirse nuevamente en el lugar de encuentro de porteños y turistas.

En su época de plenitud, tuvo 250 empleados, sus tortas, postres y pan dulces, atraían a innumerables clientes, los cuales a veces se tomaban la licencia, como Carlos Gardel, de pedir la creación de un postre, único y exquisito, para regalar a su amigo Irineo Leguisamo. También aún es recordado el postre imperial ruso, que se creó en honor a la revolución rusa. Exquisiteces que hacían aún más atractivo el pasar unas horas en la mítica Confitería del Molino.

La mayoría de los materiales para su construcción fueron traídos de Italia, mármoles de Carrara, herrajes de bronce, lámparas, vitraux, cristalería, ventanas y puertas del más puro roble de Eslabonia. Los dueños de la confitería también eran también italianos, el repostero Brenna y su socio, Rossi, quien luego se retiraría de la sociedad, dando paso a la familia Rocataglia, que finalmente se asocia con Brenna. La confitería deslumbró a los porteños de la época, ya que contaba con salones de fiestas, una fábrica de hielo, bodegas, y hasta un taller mecánico.

Sus pisos superiores constituían viviendas y oficinas, en tanto los subsuelos integraban las áreas de servicios que enumeramos anteriormente, y en la planta baja estaba la confitería.

Actualmente, algunas áreas aún se encuentran bien conservadas, en tanto, se deberán cambiar las cañerías de agua y el cableado eléctrico. La escalera central de mármol se mantiene bastante bien, y deberán restaurar las maderas de los pisos y ventanas. El tercer subsuelo, en el que funcionaba la panadería, está inundado, lo que provoca filtraciones y roturas en las paredes, problema que es el más urgente a atender. En 2016, por intermedio del Ministerio del Interior, se expropió la propiedad, luego de estimar el valor a pagar a sus dueños, luego la confitería quedó en manos del Congreso de la Nación.

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