En los confines del Parque Nacional Los Alerces, y admirado por turistas argentinos y de todo el mundo, permanece en pie, inmutable, el Alerce Abuelo, un tesoro milenario de 2600 años.

Para llegar a él, hay que realizar toda una travesía, que bien vale la pena para verlo de cerca. Desde su aeropuerto más cercano, situado en Esquel, hay que transitar 100 kilómetros hasta la pasarela ubicada sobre el río Arrayanes, luego, desde allí, trasladarse en barco más de una hora y caminar durante otra hasta acceder al Parque Nacional Los Alerces.

A la Orilla del Lago Menéndez aparece su figura, testigo mudo de gran parte de la historia de la humanidad, guerras, descubrimientos, conquistas, culturas, cambios climáticos, volcanes e incendios. Por supuesto, este ejemplar de alerce único, está en peligro de extinción en el planeta, por lo que, además de turistas, estudiosos e investigadores de la naturaleza se reúnen para contemplar su belleza.

 

El Alerce Abuelo tiene 57 metros de alto y 2,8 metros de diámetro y es el segundo árbol más anciano del mundo, el primero, es el Pinus Longaeva, de 5062 años, llamado Matusalén, que se encuentra en las Montañas Blancas, en California, Estados Unidos.

Protegido por la Cordillera de los Andes e instalado en un bosque muy poco explorado por el hombre, el Alerce Abuelo sobrevivió estos miles de años, y dado este alto grado de preservación, 188.000 hectáreas de los alrededores, fueron reconocidas como Patrimonio Mundial.

Son cuatro Parques de Argentina, además de Los Alerces, los que han sido distinguidos con este reconocimiento; El Parque Nacional Los Glaciares, el Parque Nacional Iguazú, el Provincial Ischigualasto y el Parque Nacional Talampaya. Acerca de la distinción de Los Alerces, se resalta a la antigüedad de su flora y fauna, cuya presencia se remonta a la época de la tierra en que los continentes estaban unidos.

Sin embargo, los primeros en reconocer la historia del Alerce Abuelo fueron los pueblos originarios de la zona, que lo denominaron Abuelo Solitario, por su permanencia en pie en el bosque. Y así, como deslumbró a quienes lo veían crecer y permanecer, en la actualidad atrae a infinidad de visitantes que buscan su compañía para meditar bajo sus ramas, o practicar yoga junto a él, además de estar rodeados de un entorno casi mágico, de íntimo contacto con la naturaleza.

La permanencia del Alerce Abuelo es, quizás, su gran atractivo, su idea de infinitud en este bosque milenario que atrae a alrededor de 150.000 visitantes, que recibe por año el alerzal.

Contemplarlo es una experiencia única, imperdible para quienes valoran la naturaleza y su increíble fuerza.

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