Cada vez es más habitual que en nuestras costas se produzca este fenómeno, ballenas que pierden el rumbo y encallan en las playas teniendo serias posibilidades de no poder retornar a las aguas profundas.
Naturalmente, cuando una ballena está enferma, no tiene fuerzas o se desorienta, termina en la costa, pero actualmente, los factores que inciden en este hecho, también, en algunos casos están provocados, directa o indirectamente, por el ser humano.
El uso de sonares en la navegación, puede confundirlas y estresarlas, haciendo que pierdan su rumbo tratando de alejarse del sonido. Los contaminantes en las aguas también pueden modificar su comportamiento, además de disminución de su comida, crustáceos (krill) y peces pequeños que atrapan durante el nado.
Las fluctuaciones de temperatura en el agua, también tienen que ver con un cambio de rumbo. Las ballenas no tienen un sistema de navegación infalible, a veces también puede “recalcular” mal su trayectoria, y no detectar cuando las costas son suaves, confundiéndose con que aún se encuentran en aguas más profundas.
Se han conocido también “encallamientos grupales” que algunos atribuyen a suicidios masivos de ballenas, este dato no es cierto. Al ser animales que se mueven en grupos, es normal que si uno de ellos encalla, los demás lo sigan para no abandonarlo, sucediendo estos numerosos encallamientos.
El retorno al agua es, en algunos casos, bastante complicado, ya que dependen de sus músculos para, ante una subida del nivel del mar, responder volviendo al agua, pero a medida que pasa más tiempo en aguas bajas, sus músculos pierden tonicidad.
En ésta época del año, las ballenas se encuentran migrando desde el sur hacia Brasil, siendo ejemplares en peligro de extinción.