Nota: Hernán Couste
Fotos: Clarisa Gamboa Benaglia
Un imperdible para todo visitante que llega a San Martín de Los Andes, una excursión recomendada tanto por residentes como por visitantes es la visita al Lago Huechulafquen, al pie del majestuoso Volcán Lanín.
Al llegar el lago aparece de pronto ofreciendo su esplendor, el camino hasta las zonas de camping bordea su costa, pasando por la administración, y llegando hasta las instalaciones unos kilómetros más adelante. En el parque también se puede visitar la Capilla María Auxiliadora del Paimún que integra elementos de la religión ortodoxa, latina y símbolos mapuches. Este paseo ofrece la posibilidad de caminar por playas de arena volcánica lo cual resulta placentero y terapéutico a la vez, disfrutando de las vistas del Cerro Ángeles, denominación que recibe por las formas en su ladera.
La navegación comienza zarpando desde Puerto Canoa a bordo del catamarán José Julián, en el cual se navega por las aguas del Lago Huechulafquen y el Lago Epulafquen. La tripulación ofrece en todo momento y con gran entusiasmo, asesorar y relatar las historias del lugar, a continuación invitan a los pasajeros a subir a la cubierta para contemplar la grandeza del bosque andino patagónico degustando un café y un chocolate regional a bordo. El barco rodea la Isla de los Chivos, donde las gaviotas acompañan a los visitantes, quienes pueden darles galletitas en pleno vuelo siendo una de las imágenes clásicas en el álbum de fotos de las vacaciones.
La nave continúa hacia el Epulafquen, pasando por un estrecho del cual se puede ver el fondo a través de las aguas cristalinas, llegando al Escorial, un río de lava petrificada que se sumerge en las aguas del lago, se puede observar su recorrido desde el volcán Achen Niyeu, una postal que dejó su última erupción, un detalle único del Escorial es su bosque de bonsáis naturales, producto del espacio acotado que tuvieron estos árboles para crecer sobre las piedras que dejó la erupción, un verdadero espectáculo a la vista donde se pueden contemplar las especies autóctonas en miniatura.
La vuelta ofrece vistas incomparables, siempre con la grandeza del Volcán Lanín dominando el paisaje, el barco hace una última parada para tomar postales, retornando luego al muelle para concluir con una experiencia inolvidable.